Hace unos cinco años atrás, luego de celebrado el Sudamericano Femenino Sub-17 en nuestra ciudad, el entonces Presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, ANFP, Harold Mayne–Nicholls se convenció que Melipilla era una muy buena plaza para realizar partidos de “clase B”, es decir con rivales caribeños, africanos, oceánicos o asiáticos y también en los cuales jugasen combinados femeninos.
La apuesta era simple: Melipilla está a menos de una hora de Santiago con lo que la estadía y el traslado de los equipos se reduciría considerablemente, menor costo de transmisión televisiva y, además, el público llenaría el estadio sin problemas.
Por esto se metió de lleno a conseguir lo que a nuestra ciudad le faltaba: un estadio moderno y acorde con los estándares FIFA. Durante el mes de marzo de 2008 Mayne-Nicholls envió al arquitecto Gonzalo Mardones para que realizara los trabajos de anteproyecto de estadio para cambiarle la cara al añoso Roberto Bravo Santibáñez, inaugurado en 1942 gracias a la donación de esos terrenos de la familia Bravo. Mardones recorrió el estadio, sacó fotos y se hizo una idea de cómo había que remodelar el recinto.
Bien, pasó el tiempo y llegó el mes de junio, instancia en la cual el mismo Mayne-Nicholls hizo entrega de la maqueta y anteproyecto del “nuevo” Roberto Bravo a un costo de $60 millones financiado enteramente por la ANFP. Melipilla recibía un tremendo regalo por su gran acogida a la cita que había organizado en enero de ese año.
Mayne–Nicholls, tras entregar su flamante “joyita” a la comuna, dijo unas palabras donde señalaba que “ahora les toca a ustedes gestionar la construcción del estadio”. Bueno es recordar que en ese entonces el mandamás de la ANFP y la presidenta de la República tenían ya una muy buena relación, ante lo cual era lógico suponer que el tema “estadio nuevo de Melipilla” corría con ventaja, más aún si a la única ciudad que Mayne–Nicholls había “apadrinado” era a nuestro Melipilla, es decir, estaba todo dado para que nos construyeran el estadio.
El tiempo siguió su curso y en diciembre de ese año, al fin, salieron los nombres de las ciudades que se hacían merecedoras de los recursos de la creada “Red de Estadios Bicentenario”. La lista comenzaba con el estadio Carlos Dittborn de Arica, luego Antofagasta, Copiapó y así hasta llegar al Chinquihue de Puerto Montt, pero sorpresa… ¡Melipilla no figuraba en ningún lado!
¿Por qué Melipilla no aparece?, era la pregunta de muchos de nosotros y la misma interrogante se hacía Mayne-Nicholls también. La verdad es que a una autoridad de la época, representante del gobierno, no se le ocurrió nada mejor que “echar para atrás” el estadio porque según él, no tenía pista atlética (al parecer ni siquiera puso atención al proyecto porque en la cancha 2 se construiría esta pista).
Hoy, con el tiempo que da para analizar el hecho, también se puede inferir que –esto es especulación- este personaje lo utilizó a su favor antes (no dándole un “comodín” al alcalde Pérez, su rival político) y después ya que si triunfaba en las elecciones municipales se arrogaría el derecho de haber cambiado el estadio por uno con pista atlética gracias a “su” gestión.
Recapitulando entonces, al no aparecer Melipilla en la lista, Mayne-Nicholls citó a reunión de emergencia a todos los involucrados, autoridades y dirigentes, en el Hotel Los Troncos. La charla solo fue “explicativa” por parte del personero de la ANFP, para “tirarle las orejas” a todos por no habérsela jugado por la consecución de este estadio. Es más, a través de esta cita, muchos nos enteramos que el proyecto ni siquiera fue ingresado por lo que difícilmente alguien del gobierno pudo saber la “joyita” que tenía Melipilla y todo por la mezquindad de aspecto político que privó a toda una ciudad de tener un estadio moderno y de primer nivel.
Luego, en el mes de enero esa misma autoridad, ahora ya con un cargo municipal llevó este proyecto y lo presentó al entonces ministro Vidal, en la misma Moneda, quien impresionado le dijo “¿Pero esto es maravilloso? ¿Y dónde tenían guardada esta joyita?”. Ahí mismo Vidal le dijo que trataría de hacer algo, pero ya era tarde… Melipilla ya había perdido su estadio.
Bien, cinco años después, nuevamente algunos se dan cuenta que es necesario contar con este moderno recinto en la ciudad. Apelan al sentido común de un sueño de los melipillanos y, quizás con ideas electorales, pretenden seguir con esta pesadilla que nos privó de gozar de un estadio de categoría internacional.
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